Mi mamá jamás ha tomado una clase de danza en su vida. Es más, a veces me he llegado a preguntar, ¿sabrá lo que es moverse al ritmo de la música? Pero después de 23 años de verme a mí y a mi hermana en el escenario, es toda una experta.
De pequeña, cuando empecé a bailar, los comentarios de mi mamá eran más simples: "te salió muy bien", "qué hermosa te veías", "me encantó". Pero lo bello de este camino que recorrimos juntas, fue que no solamente yo me convertí en bailarina, ella también. Claro, ella nunca desde el escenario sino desde las butacas o desde la ventana del salón de clase.
De pronto sus comentarios eran: "no te veías tan apretada", "terminaste tus giros muy bien", "necesitas más elasticidad para que tu pierna suba más", "la iluminación no era la adecuada", una vez hasta me llegó a decir "los fouettes te salieron muy bien porque mientras los hacías estabas respirando, eso te ayuda a mantenerte estable y controlada". ¿¡QUÉ!? ¿En qué momento mi mamá se volvió bailarina y maestra?
Y es que yo había estado tantos años preocupada en mí, que se me había olvidado ver el aprendizaje de mi mami. Se me había olvidado que la persona que veía los festivales de fin de cursos completos era ella, la que veía todas las competencias era ella, la que tenía que esperarme mientras tomaba clases era ella, la que lavaba mis vestuarios era ella, la que administraba el dinero para mis cursos era ella. Ella tomaba clases diarias.
Mi mamá se había convertido en mi crítica más honesta y más fiable. En mi mejor espectador. Y por supuesto, en mi fan número uno.
Mi mamá no estudió danza, pero desde lejos... se graduó de bailarina.
Y aunque quizá no sabe toda la terminología correcta, hay algo que sí sabe perfectamente... ella sabe cuando bailo con el corazón.
¡Feliz día de las madres!
Mariel!!! Me encanto!!!! 100% real!
Me encantó! Muchas gracias
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